jueves, 28 de febrero de 2013

Evangelio de los Egipcios


El Evangelio de los egipcios es un evangelio apócrifo perdido cuya existencia está atestiguada por citas de autores como Clemente de Alejandría, Hipólito y Epifanio, pero cuyo contenido se desconoce, a excepción de unos pocos fragmentos recogidos por Clemente de Alejandría. Data probablemente de la primera mitad del siglo II.

Además de por Clemente, la existencia de este evangelio está atestiguada por citas de otros autores cristianos, todos los cuales lo relacionan con sectas heréticas. Lo menciona brevemente Hipólito de Roma, fallecido en 235, quien lo atribuye a los naassenos. Epifanio de Salamis escribe que se servían de él los sabelianos. En los Excerpta ex scriptis Theodoti, de Teodoto de Ancira, que son un apéndice de los Stromata de Clemente de Alejandría, se relaciona con los valentinianos.

Sólo se puede afirmar con seguridad que pertenece a este evangelio un diálogo de Jesús con Salomé que transmite Clemente de Alejandría en sus Stromata. De acuerdo con la traducción de Aurelio de Santos Otero, son fragmentos de este diálogo los siguientes:
A Salomé, que preguntaba: «¿Durante cuánto tiempo estará en vigor la muerte?», le dijo el Señor: «Mientras vosotras, las mujeres, sigáis engendrando». [...]
Strom. III 6, 45
Y afirman que dijo el Salvador en persona: He venido a destruir las obras de la mujer.[...] Pues habiendo dicho ella: «Bien hice al no engendrar», tomando la generación como cosa no conveniente, replicó el Señor diciendo: «Puedes comer cualquier hierba, pero aquella que es amarga no la comas».
Strom. III 9, 66
Por eso dice Casiano: Preguntando Salomé cuándo llegarían a realizarse aquellas cosas de que había hablado, dijo el Señor: «Cuando holléis la vestidura del pudor y cuando los dos vengan a ser una sola cosa, y el varón, juntamente con la hembra, no sea ni varón ni hembra».
Strom. III 13, 92
Se ha especulado también con la idea de que el Papiro de Oxyrhynchus 655 pueda ser parte del mismo evangelio, pero la opinión más extendida considera que corresponde al Evangelio de Tomás.
A partir de los escasos fragmentos transmitidos por Clemente de Alejandría, no es posible conocer la extensión ni la estructura de esta obra, pero sí, al menos, ciertas características literarias y teológicas. Desde el punto de vista teológico, muestra claros rasgos gnósticos, como lo es la negación radical de la sexualidad. Igualmente característico de los textos gnósticos es el diálogo como procedimiento literario, en la forma denominada erotapokríseis (pregunta y respuesta). Para los escritores cristianos de la época que lo citan, se trataba indudablemente de un texto herético.

Fue escrito, probablemente, en Egipto, como indica su nombre, durante la primera mitad del siglo II (algunos autores lo consideran posterior a esta fecha). La comunidad en la que surgió este evangelio era probablemente de cristianos convertidos del paganismo; se discute si fue utilizado únicamente en grupos gnósticos, "heréticos", o también en comunidades de cristianos "ortodoxos".

martes, 19 de febrero de 2013

Evangelio de Pedro



El Evangelio de Pedro es un evangelio apócrifo que se conoce sólo fragmentariamente, gracias a un manuscrito hallado en Egipto en el invierno de 1886-87. Escrito en primera persona, el narrador se identifica como Simón Pedro (versículo 60), aunque los estudiosos actuales descartan que pudiera ser efectivamente escrito por el apóstol. Sólo se conserva de este relato la parte correspondiente a la Pasión y Resurrección de Cristo, con importantes diferencias con respecto a la narración de los evangelios canónicos. Aunque hay quienes retrotraen su fecha de composición hasta el año 70, con lo cual sería aproximadamente contemporáneo de los evangelios sinópticos, la mayor parte de los investigadores lo sitúa en la primera mitad del siglo II.

La primera referencia a este texto en los escritos del cristianismo primitivo se encuentra en la Historia eclesiástica, de Eusebio de Cesarea, donde se cita una carta que Serapión, obispo de Antioquía entre 190 y 211, escribe a la comunidad cristiana de Rhossos, en Cilicia (Asia Menor). Del texto se deduce que en la comunidad de Rhossos se utilizaba un "evangelio atribuido a Pedro" y que Serapión consideraba que ciertos pasajes podían alentar la herejía docética, según la cual los padecimientos y la muerte de Cristo, en tanto que Dios, habían sido meramente aparentes. Serapión niega que el evangelio haya podido ser escrito por el apóstol Pedro, extremo en el que coincide plenamente con los estudiosos actuales.

En el invierno de 1886-87 fue hallado en el sepulcro de un monje cristiano en Ajmin, antigua Panópolis, en el Alto Egipto, un libro de pergamino de 66 páginas, datado alrededor del siglo VIII, que contiene fragmentos de varios textos apócrifos. Entre ellos se encuentra (páginas 2-10) una copia fragmentaria del Evangelio de Pedro, en griego. El fragmento conservado es la narración del juicio, crucifixión y resurrección de Jesús. No es posible saber si el evangelio de Pedro original era o no más extenso que el fragmento que actualmente se conserva, pero el hecho es que comienza en mitad de una escena. Comienza así "Pero de entre los judíos nadie se lavó las manos, ni Herodes ni ninguno de sus jueces", lo que implica una referencia anterior al conocido pasaje evangélico (Mateo 27:24) en que Pilatos se lava simbólicamente las manos.

El relato de la Pasión de Cristo presenta importantes diferencias con respecto a los evangelios canónicos. Por una parte es Herodes, no Pilatos, el que ordena la ejecución de Jesús, y tanto el monarca como los jueces (vid. texto citado anteriormente) incluyendo a todos los judíos, se niegan a declararse inocentes de la sangre de Jesús. En el relato de la crucifixión se encuentran frases que pueden ser interpretadas desde el punto de vista del docetismo, como cuando se dice (versículo 10), "Mas él callaba como si no sintiera dolor alguno", o, cuando, en el momento inmediatamente anterior de la muerte, Jesús grita: "¡Fuerza mía, fuerza mía, tú me has abandonado!" (versículo 19), en lugar de "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" Marcos 15:34.
Tras la muerte de Jesús, el relato contínúa describiendo su sepultura por José de Arimatea. Cuenta en primera persona la aflicción de los discípulos (versículo 26). Como ocurre en el Evangelio de Mateo, Mateo 27:62-66, los sacerdotes hebreos piden a Pilatos soldados para que vigilen la tumba. Indica detalles sobre estos soldados, como que el centurión se llamaba Petronio.
La diferencia más importante con los evangelios canónicos, sin embargo, es que se relata la resurrección de Jesús, de la que son testigos directos los guardias romanos y otras muchas personas que se habían congregado allí. Durante la noche, se escuchó "una gran voz en el cielo" (versículo 35), se abrieron los cielos y bajaron de ellos dos varones en medio de un gran resplandor. La piedra que cerraba el sepulcro se retiró a un lado, y los dos varones entraron en él. Los guardias fueron a despertar a su centurión y, cuando le estaban explicando lo que acababan de ver, ven salir del sepulcro a tres hombres, "dos de los cuales servían de apoyo a un tercero, y una cruz que iba en pos de ellos" (versículo 39). Los tres son de gigantesca estatura. Se escucha una voz proveniente de los cielos, que pregunta: "¿Has predicado a los que duermen?" Y la cruz responde: "Sí" (versículos 41-42).
Los testigos del acontecimiento relatan lo ocurrido a Pilatos, quien reitera la culpabilidad de los judíos (versículo 46). Estos le suplican que se guarde silencio sobre lo ocurrido, lo que el gobernador consiente. Al día siguiente, María Magdalena llegó al sepulcro, lo encontró vacío, con un joven vestido de blanco sentado sobre la sepultura, en un relato que tiene su paralelo en Mateo 28:1-8, aunque existen algunas diferencias entre las dos versiones. El manuscrito termina en medio de un relato que seguramente describía la aparición de Jesús a sus discípulos, en el versículo 60: "Yo, Simón Pedro, por mi parte, y Andrés, mi hermano, tomamos nuestras redes y nos dirigimos al mar, yendo en nuestra compañía Leví el de Alfeo, a quien el Señor...").

La mayor parte de los autores establece que este evangelio fue redactado hacia el año 150. Es con bastante seguridad posterior a los evangelios canónicos (finales del siglo I), y debió ser compuesto antes de la época de Serapión, quien lo menciona a comienzos del siglo III. Por otra parte, su antijudaísmo se relaciona con puntos de vista que se desarrollaron en círculos cristianos en el siglo II. Hay bastante coincidencia entre los estudiosos en pensar que el autor del evangelio de Pedro conoció y utilizó como fuentes los sinópticos.

Es difícil extraer conclusiones sobre en qué comunidades -dejando aparte la de Rhossos, en Cilicia, mencionada en la carta de Serapión- se utilizó el Evangelio de Pedro. Sin embargo, Ehrman destaca que desde 1880 se han encontrado tres manuscritos de los siglos II y III correspondientes a este evangelio, en tanto que sólo se ha hallado uno del evangelio, canónico, de Marcos. El hallazgo en 1904 de un ostrakon o pieza de cerámica, del siglo VI o VII, en que se identifica a Pedro como evangelista, parece también un argumento a favor de una extensa difusión del Evangelio de Pedro.

martes, 12 de febrero de 2013

Evangelio de Tomás



El Evangelio de Tomás —también llamado Evangelio copto de Tomás o Evangelio gnóstico de Tomás— es un evangelio apócrifo que contiene 114 dichos atribuidos a Jesús de Nazaret. Se ha conservado en un papiro manuscrito en copto, descubierto en 1945 en la localidad egipcia de Nag Hammadi. Existen dudas acerca de su fecha de composición. Algunos de los dichos de este evangelio se asemejan a los de los evangelios canónicos de Marcos, Mateo, Lucas y Juan; otros eran desconocidos hasta su descubrimiento.
A diferencia de los evangelios canónicos, el libro de Tomás no adopta la estructura de un relato acerca de la vida de Jesús, sino que contiene sólo dichos (en griego logia) de Jesús enmarcados en las conversaciones que mantiene con varios de sus discípulos. La autoría de la obra es atribuida en un breve prólogo a Dídimo Judas Tomás («dídimo» significa ‘mellizo’): «Estas son las palabras secretas que pronunció Jesús el Viviente y que Dídimo Judas Tomás consignó por escrito». Finaliza con el título «El Evangelio según (gr. kata) Tomás».
Unos 17 de los 114 dichos que componen este evangelio coinciden con otros dichos, redactados en griego, encontrados en unos fragmentos de papiro descubiertos en Oxyrhynchus, en Egipto, en 1898. Estos fragmentos se han fechado en torno al año 200, en tanto que el manuscrito copto hallado en Nag Hammadi data de alrededor de 340. Se cree que el manuscrito copto es traducción de un texto griego más antiguo, del que dan testimonio los fragmentos de Oxyrhynchus.
Debe distinguirse el Evangelio de Tomás de otros apócrifos o pseudoepígrafos atribuidos al mismo personaje, como los Hechos de Tomás o el Evangelio del Pseudo Tomás (acerca de supuestas cosas que hizo Jesús siendo niño), así como del texto gnóstico conocido como Libro de Tomás el Contendiente.
Actualmente existe un vivo debate acerca de la fecha de composición de este evangelio. Existen fundamentalmente dos teorías: una serie de estudiosos defienden una datación temprana de este evangelio, en torno al año 50, antes, incluso, que el primero de los evangelios canónicos, el de Marcos; otros abogan por una fecha más tardía, posterior a los canónicos y no anterior, en cualquier caso, a finales del siglo I (la mayor parte de estos autores prefiere la fecha de 150). La datación temprana está más extendida entre los investigadores estadounidenses, en tanto que la tardía es preferida en Europa (especialmente en Alemania y el Reino Unido).
Los partidarios de la datación temprana argumentan que —dado que el Evangelio de Tomás se compone sobre todo de material original y no parece basarse en los evangelios canónicos— debe haber sido escrito partiendo de una tradición oral. Dado que sólo en el siglo I fue considerada la tradición oral como fuente de autoridad, el Evangelio de Tomás debió haberse escrito en esta época. Si así fue, se ha pensado que pudo haber cierta relación entre este texto y la hipotética fuente Q, texto escrito u oral, que, según la teoría de las dos fuentes (la más extendida acerca de los sinópticos) es la fuente del material común a los evangelios de Mateo y de Lucas, que no procede de Marcos.
Existe la hipótesis de que Q se formó en tres estratos sucesivos (denominados, respectivamente, Q1, Q2 y Q3), de los cuales el material apocalíptico corresponde a los dos últimos. Estudiosos bíblicos han identificado 37 dichos de Jesús que coinciden en su reconstrucción de Q y en el Evangelio de Tomás, de los cuales todos corresponderían a los estratos primero y segundo de Q (los más antiguos). Según esta hipótesis, el autor de Tomás no conoció (o apenas conoció) Q3, pues no incorporó este material a su escrito. Dado que Q1 y Q2 serían anteriores a los cuatro evangelios canónicos, el Evangelio de Tomás sería más antiguo que ellos y, por tanto, el primero de todos los evangelios conocidos.
Según algunos autores, como Koester, este evangelio se basa en tradiciones anteriores a las fechas en que se escribieron los evangelios canónicos. Otros autores señalan que el Evangelio de Tomás sigue los mismos cambios verbales que Lucas utiliza sobre el texto de Marcos (Logion 5 de Tomás; Lc 8,17; Mc 4,22). Esto sugiere que los evangelios de Lucas y Tomás son tardíos o anteriores respecto a Marcos.

lunes, 4 de febrero de 2013

Agrapha de Jesús



Agrapha es un nombre usado por primera vez en 1776 por J. G. Körner para los dichos de Jesucristo que han llegado hasta nosotros fuera de los Evangelios canónicos. Después de que Alfred Resch hubo escogido la expresión como el título para su trabajo erudito sobre estos dichos (1889), su significado técnico fue generalmente aceptado. Consideraremos, primero, los límites de los Agrapha; en segundo lugar, los criterios de su autenticidad; tercero, la lista de aquellos que probablemente son auténticos.

Los Agrapha deben satisfacer tres condiciones:
  • deben ser dichos, no discursos;
  • deben ser dichos de Jesús;
  • no deben estar contenidos en los Evangelios canónicos.
La autenticidad de los Agrapha puede inferirse parcialmente a partir de evidencia externa y parcialmente a partir de evidencia interna.

(1) Evidencia externa: Primero determinar la fuente o fuentes independientes por las cuales el dicho en cuestión ha sido preservado, y luego ver si la autoridad más antigua para el dicho es de fecha y carácter tales que razonablemente podría haber tenido acceso a la tradición extracanónica. Para San Papías (s. II) y San Justino Mártir (s. II) se puede aceptar tal acceso, pero difícilmente para un escritor del siglo IV. Estos son casos extremos, la principal dificultad tiene que ver con escritores intermedios.

(2) Evidencia interna. – La siguiente pregunta es si el dicho bajo consideración es consistente con el pensamiento y espíritu de Jesús como se manifiesta en los evangelios canónicos. Si se llega a una conclusión negativa en esta investigación, se debe completar la prueba hallando una explicación razonable del surgimiento del dicho.

Las fuentes de las cuales pueden recogerse los Agrapha auténticos son: (a) el Nuevo Testamento y los manuscritos del Nuevo Testamento; (b) la tradición apócrifa; (c) las citas patrísticas; y (d) los llamados “Logia (Dichos) de Oxirrinco” de Jesús. Los Agrapha contenidos en fuentes judías o mahometanas pueden ser curiosos, pero difícilmente son auténticos. Puesto que la crítica de los Agrapha es en la mayoría de los casos difícil, y a menudo insatisfactoria, la discrepancia frecuente de los resultados críticos debe esperarse como un hecho corriente. Los siguientes Agrapha son probablemente dichos genuinos de Jesús.

(1) En el Nuevo Testamento y los manuscritos del Nuevo Testamento: En los códices D y Phi, y en algunas versiones de Mt. 20,28, “Mas yo pido del pequeño que crezca, y del más grande que disminuya”. En el códice D de Lucas 6,4: “El mismo día, viendo a uno trabajando en sábado, le dijo: Hombre, si sabes lo que haces, bendito eres, pero si no lo sabes, eres maldito y un transgresor de la Ley”. En Hechos 20,35, “Recuerda la palabra del Señor Jesús, como él dice: Es una cosa más santa dar que recibir”.

(2) En la tradición apócrifa: En el Evangelio según los Hebreos (San Jerónimo, Ezech., XVIII,7): “En el Evangelio que los Nazarenos están acostumbrados a leer, aquél según los Hebreos, se coloca entre los crímenes más grandes el de quien haya afligido el espíritu de su hermano”. En el mismo Evangelio (Jerónimo, Eph. V, 3 sig.): “En el Evangelio Hebreo también leemos del Señor diciendo a los discípulos: Y nunca, decía él, os regocijéis, excepto cuando hayáis contemplado a vuestro hermano con amor”. En El Orden Apostólico de la Iglesia, 26: “Pues él nos dijo antes, cuando estaba enseñando: El débil será salvado por el fuerte.” En los Hechos de Felipe, 34: “Pues el Señor me dijo: Excepto que hagáis que lo más bajo esté en lo más alto y lo de la izquierda en la derecha, no entraréis en mi reino”.

(3) En citas patrísticas: San Justino Mártir, Dial. 47: “Por eso también Nuestro Señor Jesucristo dijo: En aquellas cosas que Yo os comprenda, en esas os juzgaré”. Clemente de Alejandría, Stromata I, 24, 158: “Pues pedid por las cosas grandes, y las pequeñas os serán dadas por añadidura”. Clemente de Alejandría, Stromata I, 28, 177: "Por eso con razón también la Escritura en su deseo de hacernos razonadores, nos exhorta: Sed banqueros autorizados, que desaprueban algunas cosas, pero rápidamente retienen lo que es bueno”. Clemente de Alejandría, Stromata V, 10, 64: “Porque sin mala voluntad, dice él, el Señor declaró en cierto evangelio: Mi misterio es para mí y para los hijos de mi casa”. Orígenes, Homil. En Jer., XX, 3: "Pues el Salvador mismo dice: Quien está cerca de mí está cerca del fuego, y quien está lejos de mí, está lejos del Reino”.

(4) En los "Logia" (Dichos) de Oxirrinco:

Oxirrinco (actualmente El-Bahnasa) era la archidiócesis titular de Heptanono en Egipto. Era la capital del distrito de su nombre, el número 19 del Alto Egipto, cuyo dios era Seth, encarnado en el pez sagrado del Nilo. De ahí el nombre griego ya que en egipcio se le llama Pemdje. Es mencionada por Estrabón, Plinio, Ptolomeo etc. Sus habitantes abrazaron el cristianismo y a finales del siglo IV ("Vitæ Patrum" de Rufino de Aquilea) ya no había ni paganos ni herejes. Tenían entonces doce iglesias y las cabañas monásticas eran más numerosas que las viviendas ordinarias. Rodeaban la ciudad muchos conventos, a los que se hace referencia en Palladio, "Apophthegmata Patrum", Juan Moschus, etc.

En 1897 y años siguientes, Grenfel y Hunt encontraron papiros que contenían 14 sentencias (logia) atribuidas a Jesucristo y que parecen pertenecer a la primera mitad del siglo II.

Papiro de Oxirrinco

El primer Logion es parte de Lucas 6,42; del cuarto, sólo queda la palabra “pobreza”: el octavo, también, está malamente mutilado. El texto de los restantes está en una condición más satisfactoria. El segundo Logion: “Jesús dice, A menos que ayunéis del mundo, no encontraréis el Reino de Dios”. Tercer Logion: Jesús dice: Me puse de pie en medio del mundo y encarnado me parecía a ellos, y encontré a todos los hombres ebrios, y no encontré entre ellos a ninguno sediento, y mi alma se apenaba por los hijos de los hombres, porque están ciegos en su corazón y no ven.”. Quinto Logion: “Jesús dice: Dondequiera que hay dos, no están sin Dios; y dondequiera que hay uno solo, Yo digo que estoy con él. Levantad la piedra y allí me encontraréis; partid la madera, y allí estoy Yo”. Sexto Logion: “Jesús dice: Ningún profeta es aceptado en su tierra, ningún médico cura a aquellos que lo conocen”. Séptimo Logion: “Jesús dice, Una ciudad construida sobre la cima de una colina y firmemente establecida no puede caer ni quedar escondida”. Octavo Logion: “Jesús dice: “Lo que escucharás con tu oído…”.

La aseveración de Resch de que setenta y cinco Agrapha son probablemente dichos genuinos de Jesús armoniza con la suposición de que todos nacen de la misma fuente, pero no se somete a la opinión de otros eruditos.