jueves, 4 de octubre de 2012
La Didajé
Didaché (en griego: Διδαχή, pronunciado Didajé y transcrito también como Didajé o Didaké) es el nombre más conocido de una obra de la literatura cristiana primitiva llamada, en su título corto, Enseñanza de los doce apóstoles y, en su título largo, Enseñanza del Señor a las naciones por medio de los doce apóstoles.
Pudo ser compuesta en la segunda mitad del siglo I, acaso antes de la destrucción del templo (70 d.C.), por uno o varios autores, los «didaquistas» a partir de materiales literarios judíos y cristianos preexistentes.
Filoteos Bryennios encontró el manuscrito en la biblioteca del monasterio del Santo Sepulcro en Estambul en 1873. Se trataba de un volumen en pequeño octavo (6x8 pulgadas), encuadernado en piel negra, con 120 hojas de pergamino bien conservado, escritas a doble cara con letra pequeña y clara procedente de una misma mano. Había sido copiado por un tal León en el año 1056 a partir de manuscritos más antiguos. La Didajé ocupaba del folio 76 al 80. Bryennios publicó la obra en 1883.
La época de su composición no se conoce, aunque se ha investigado con mucha atención. En general, se puede resumir lo que sabemos diciendo que, si por su contenido, que parece reflejar una situación ya alejada de la era apostólica, se podría suponer que es del período que va del año 100 al 150, la ausencia de citas de los Evangelios sinópticos y otros argumentos hacen pensar que es muy anterior, quizá de los años 50 al 70; ahora se suele opinar que podría muy bien pertenecer ya al siglo I, al menos en algunas de sus partes.
A lo largo de sus 16 capítulos, en general muy breves, se encuentra una profusión de consejos morales, presentados bajo el esquema del camino de la vida y el de la muerte, así como instrucciones litúrgicas y normas disciplinares.
Respecto a la liturgia, son interesantes las normas que se dan para la administración del bautismo, que al parecer se solía hacer por inmersión en los ríos, aunque se admitía el bautismo por infusión, derramando agua sobre la cabeza; la prescripción del ayuno antes del bautismo, y de los ayunos en los días señalados, que son los miércoles y los viernes, distintos a los de los judíos; los ejemplos que se dan de plegarias eucarísticas; y la insistencia en la necesidad de purificación, tanto para la Comunión como para la oración en general; también se alude a la Eucaristía como sacrificio.
Respecto a la jerarquía, no se describe con detalle su organización; se habla de obispos y diáconos, pero no de presbíteros; el papel que dentro de la jerarquía tienen los profetas itinerantes es aún considerable.
Se regula la asistencia a los peregrinos, recordando la necesidad de trabajar para no ser gravosos a los hermanos.
La palabra «iglesia» se utiliza con el sentido de asamblea, de reunión de los fieles para la oración; pero también con el otro sentido de Iglesia universal, el pueblo nuevo de los cristianos, subrayando especialmente que esta Iglesia es una y santa. Es de la Didajé de donde arranca la comparación de la unidad de la Iglesia con la del pan hecho de muchos granos de trigo que se hallaban antes dispersos por los montes.
Si se consideran las diversas traducciones de la obra, la dispersión geográfica de los fragmentos encontrados y la lista de obras posteriores que dependen de ella, la Didaché debió ser muy conocida en los primeros siglos. Al igual que otras obras de la literatura cristiana estuvo tiempo rondando el canon bíblico antes de ser finalmente descartada. Actualmente se la incluye dentro del heterogéneo grupo de escritos de los llamados Padres Apostólicos, de los cuales puede ser el escrito más antiguo y, sin lugar a dudas, el más importante.
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