miércoles, 22 de mayo de 2013
Evangelio de Nicodemo o Hechos de Pilato
Los manuscritos llevan más bien el título de Hechos de Pilato para lo que es hoy primera parte del Evangelio de Nicodemo, y Descendimiento de Cristo a los Infiernos para lo que hoy es segunda parte. Primitivamente se trató, sin duda, de dos obras independientes.
Los Hechos de Pilato, presentados por un cierto Ananías, contienen el relato del juicio de Jesús, algunos detalles de su crucifixión, sobre todo el episodio de Longinos, y su sepultura. La narración tiene como sustrato el material evangélico, sobre todo la Pasión según S. Juan. La presente redacción hay que datarla en el s. V y es probablemente una réplica a los Hechos de Pilato, de tendencia anticristiana, difundidos según cuenta Eusebio (Hist. eccl. 9, 5, 1, y otros lugares) durante la persecución de Maximino Daia en el a. 311 ó 312. El material es mucho más antiguo. Tischendorf cree que sustancialmente hay que identificarlos con los Hechos de Pilato, cuya existencia es atestiguada desde el s. II por Justino (Apología, 35, 38). Tertuliano (Apologeticus, 5) habla asimismo de un informe que Pilato envió a Tiberio, identificado por algunos con el Informe de Pilato al emperador Claudio que figura como un apéndice en la traducción latina del Evangelio de Nicodemo y como una adición en griego a los Hechos de S. Pedro y S. Pablo (el texto en J. Quasten, Patrología, I, 120). El mismo Tertuliano (ib., 21, 24) habla del relato de toda la historia de Cristo hecha al César (Tiberio) por Pilato. Los Hechos de Pilato representan los cap. 1-16 del Evangelio de Nicodemo (J. Quasten, o.c., 1, 119, cree que los cap. 12-16, que versan acerca de los debates del Sanedrín sobre la Resurrección de Cristo, serían una añadidura a los primitivos Hechos de Pilato).
El descendimiento de Cristo a los Infiernos, cap. 17-27 del Evangelio de Nicodemo, contienen el relato que los hijos de Simeón el justo hacen de la entrada de jesús a los Infiernos. La obra, que sigue de cerca la tradición de 1 Pet 3, 19, y el Evangelio de S. Pedro, puede remontarse hasta el s. II aunque su presente redacción, como la de los Hechos de Pilato, sea del s. V. El texto y traducción española de las dos partes del Evangelio de Nicodemo se encuentran en A. de Santos, Los evangelios apócrifos, 426-500.
El deseo de minimizar la culpa de Pilato es prueba del vivo interés con que la antigüedad cristiana miraba a este personaje. El Evangelio de Nicodemo es otra prueba más del lugar de distinción que Poncio Pilato ocupó en el pensamiento del cristianismo primitivo. A esta narración se incorporaron, además, los llamados Hechos de Pilato, un supuesto informe oficial del procurador referente a Jesús. Parece que ya a principios del siglo II se conocían unos Hechos de Pilato. Después de haber mencionado la pasión y crucifixión de Jesús, el mártir Justino observa en su primera Apología (35): "De que todas estas cosas hayan sucedido puedes cerciorarte por los Hechos de Poncio Pilatos." Otra afirmación parecida vuelve a hacerse en el capítulo 48.
Tertuliano se refiere dos veces al informe que Pilato mandó a Tiberio. Según él, Poncio Pilato informó al emperador sobre la injusta sentencia de muerte que él había pronunciado contra una persona inocente y divina; el emperador quedó tan impresionado por la narración de los milagros de Jesús y de su resurrección, que propuso que Cristo fuera admitido entre los dioses de Roma, a lo que se opuso el Senado (Apologeticum 5). En otro lugar Tertuliano dice que "toda la historia de Cristo fue relatada al César - en aquel entonces Tiberio - por Pilato, siendo ya cristiano en lo íntimo de su corazón" (Apol. 21,24). Observamos aquí el empeño de hacer del procurador romano un testigo de la muerte y resurrección de Cristo, como también de la verdad del cristianismo.
La misma tendencia sería la que dio origen a los llamados Hechos de Pilato que forman parte del Evangelio de Nicodemo. Tal como actualmente lo tenemos, comprende tres partes. La primera (c. l al 11) expone con todo detalle el juicio, crucifixión y sepultura de Cristo. Esta es la parte que lleva por titulo Acta Pilati. La segunda (c. 12 al 26) describe los debates que tuvieron lugar en el Sanedrín acerca de la resurrección de Cristo, y viene a ser una añadidura a los Acta Pilati. La tercera parte (c.17 al 27) se titula "Descensus Christi ad inferos." Pretende ser la narración del descendimiento de Cristo al infierno, hecha por dos testigos, los "hijos de Simeón," que resucitaron de entre los muertos después de haber visto a Cristo en el Hades.
Toda la obra, que en un manuscrito latino posterior se llama Evangelium Nicodemi, debió de ser compuesta a principios del siglo V; mas parece una compilación de materiales más antiguos. Eusebio cuenta que durante la persecución de Maximino Daia, en 311 ó 312, el gobierno romano difundió falsificaciones paganas de estos Hechos de Pilato a fin de excitar el odio contra los cristianos:
Habiendo, ciertamente, falsificado las Memorias de Pilato y de nuestro Salvador, llenas ahora de toda clase de blasfemias contra Cristo, las mandaron, con la aprobación de sus superiores, por todos sus dominios, con edictos ordenando que en todo lugar, en la ciudad lo mismo que en el campo, se pusieran en público y que los maestros de primera enseñanza obligaran a sus niños a estudiarlas y aprenderlas de memoria, en vez de sus lecciones (Hist. eccl 9,5,1; cf. 1,9,1; 1,11,9; 9,7,1).
Es muy posible que los Hechos de Pilato que integraban el Evangelium Nicodemi fueran originariamente escritos con el fin de contrarrestar los malos efectos de esas actas paganas. La pieza más antigua de la literatura cristiana sobre Pilatos parece ser el "Informe de Pilato al emperador Claudio," que está añadido, en griego, a las Actas de Pedro y Pablo, de composición más reciente y del cual hay una traducción latina en forma de apéndice al Evangelium Nicodemi. Es probable que este informe sea el mismo que menciona Tertuliano. Caso de ser así, habría sido compuesto antes del año 197, que es la fecha del Apologeticum de Tertuliano.
Los demás Informes de Pilato apócrifos, como, por ejemplo, la Anaphora Pilati, la Carta de Pilato a Tiberio, la Paradosis Pilati, o sea, la sentencia contra Pilato dictada por el emperador, y la correspondencia entre Pilato y Herodes, pertenecen todos a la Edad Media.
Los Hechos de Pilato del Evangelium Nicodemi, que se conservan en griego y en traducciones siríaca, armenia, copla, árabe y latina, tuvieron consecuencias muy curiosas. Los cristianos de Siria y Egipto veneraron a Pilato como santo y mártir, y aun hoy día sigue en el calendario litúrgico de la iglesia copta. Durante la Edad Media, la influencia de los Hechos en la literatura y en el arte fue enorme.
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