El 16 de diciembre de 2005, la Iglesia fue elevada por el papa Benedicto XVI al rango de Iglesia archiepiscopal mayor, siendo el primer archieparca mayor el obispo Lucian Mureșan. El territorio propio de esta Iglesia abarca todo el Estado rumano.
Transilvania fue parte de Hungría desde el siglo XI, en donde se asentaron húngaros y alemanes, mayoritariamente católicos romanos, entre una mayoría de rumanos ortodoxos. En el siglo XIV la región fue ocupada por el Imperio otomano, ingresando también el protestantismo: el calvinismo entre los húngaros y el luteranismo entre los alemanes. Un principado autónomo de los turcos fue establecido por la nobleza húngara calvinista de Transilvania. La Dieta de ese principado dispuso el 9 de abril de 1639 que un superintendente calvinista gobernara a la Iglesia ortodoxa rumana de Transilvania, para supervisar la conversión de los ortodoxos al calvinismo, muchos de los cuales sufrieron persecuciones.
El eparca greco-católico de Mukachevo, Iosif Camillis (1689-1706), obtuvo autoridad sobre 140 parroquias rutenas y rumanas del norte de Transilvania, lo que llevó a los ortodoxos de Maramureș a preservar su ortodoxia. En 1690 el metropolitano ortodoxo de Moldavia nombró al líder del movimiento, Iosif Stoica, como obispo de Maramureș.
Luego de la conquista de Transilvania por la Casa de Habsburgo en 1687, el principado fue abolido. En 1693 llegaron a la región los jesuitas, quienes intentaban alinear a Transilvania con el resto de Europa occidental y convertir al catolicismo a los ortodoxos. Ante el avance del calvinismo, la negación de derechos civiles y la actividad misionera jesuita, el metropolitano ortodoxo de Transilvania en Alba Iulia, Teofil Seremi, (1697-1700) inició los contactos para la unión con la Iglesia de Roma. Este metropolitano había sido elegido en 1692, todavía bajo dependencia de los calvinistas. Luego de negociaciones con el jesuita Ladislau Baranyi, Seremi convocó a un sínodo, que el 21 de marzo de 1697 decidió la unión con Roma bajo las condiciones del Concilio de Florencia. El 4 de abril de 1697 canciller imperial Franz Ulrich Kinsky presentó la aprobación imperial y la Iglesia ortodoxa fue separada de la jurisdicción calvinista. Seremi murió en julio de 1697 y su sucesor, el obispo Atanasie Anghel, quien sin embargo recibió la ordenación del metropolitano ortodoxo de Bucarest, entró en plena comunión con la Santa Sede de Roma mediante el Acta de Unión del 7 de octubre de 1698 que fue formalizado por un sínodo de obispos el 4 de septiembre de 1700.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Transilvania fue anexada a Rumania. Por presión del régimen comunista que tomó el poder en Rumania, el 1 de octubre de 1948 se reunió un sínodo de 36 sacerdotes en Cluj que votó por finalizar la unión con Roma y establecer la reunión con la Iglesia ortodoxa rumana. El 21 de octubre de 1948, 250° aniversario de la unión con Roma, se realizó una ceremonia en Alba Julia en la cual la Iglesia greco-católica fue formalmente abolida. En la noche del 28 al 29 de octubre los 6 obispos fueron arrestados. El 1 de diciembre de 1948 el Gobierno comunista ordenó la disolución y el "espontáneo" pasaje de todos los greco-católicos (decreto N° 358/1948), quienes eran 1.500.000, a la Iglesia ortodoxa rumana, a la que le fueron dadas algunas de sus propiedades, incluyendo cuatro catedrales, mientras que el resto fueron confiscadas.
Los obispos greco-católicos y muchos sacerdotes, fueron arrestados por "actividades antidemocráticas", principalmente por rehusar romper con la reaccionaria Santa Sede. De los 6 obispos arrestados, 4 murieron en prisión. Mientras tanto, la Iglesia ortodoxa fue purgada de los sacerdotes hostiles al régimen comunista y, por los siguientes 40 años, mantuvo buenas relaciones con las autoridades comunistas.
Después de 41 años de sobrevivir sólo en secreto e ilegalmente, a la Iglesia rumana unida con Roma, greco-católica, le fue permitido aparecer una vez más en público solo después de la Revolución rumana de 1989. La ley normativa 9/31 del 2 de enero de 1990, derogó el Decreto N° 358/1948 como repugnante y generador de graves perjuicios al Estado rumano. Emergieron a la vida pública 3 obispos secretamente ordenados y el 14 de octubre de 1990 el papa Juan Pablo II restableció la jerarquía eclesiástica nombrado obispos para las 5 diócesis.
Con algunas demoras, algunas de las propiedades de la Iglesia greco-católica, en particular las catedrales de Cluj, Blaj, Lugoj y Oradea, que el gobierno comunista había trasferido a la Iglesia ortodoxa rumana, les han sido devueltas. No obstante, muchas propiedades permanecen en manos de los rumanos ortodoxos o del Gobierno, generando conflictos debido a que los greco-católicos exigen la devolución de todas las propiedades confiscadas, mientras que los ortodoxos exigen que se tenga en cuenta la nueva realidad de distribución de los fieles entre ambas Iglesias. Para 2006, unas 200 propiedades habían sido retornadas por los ortodoxos, de un total de 2.600 reclamadas. La reducción del número de fieles desde 1948 es evidente, después de 40 años de gobierno comunista e integración forzada en la Iglesia ortodoxa aprobada por el régimen, muchos greco-católicos se han mantenido dentro de la Iglesia ortodoxa rumana o se han secularizado.
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