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miércoles, 28 de septiembre de 2016
Biblia del oso
La Biblia, que es, los sacros libros del Viejo y Nuevo Testamento. Trasladada en español., más conocida como Biblia del oso es una de las primeras traducciones de la Biblia al español. Su traductor fue Casiodoro de Reina, un religioso jerónimo español convertido al protestantismo. Es llamada Biblia del oso por la ilustración en su portada de un oso que intenta alcanzar un panal de miel colgado de un árbol.
Casiodoro de Reina trabajó durante doce años en su preparación. Se publicó en Basilea, Suiza, el 28 de septiembre de 1565. Se colocó una ilustración de un oso, logotipo del impresor bávaro Mattias Apiarius, para evitar el uso de íconos religiosos, ya que en aquel tiempo estaba prohibida cualquier traducción de la Biblia a lenguas vernáculas.
Casiodoro de Reina señaló en la “Amonestación del intérprete de los sacros libros al lector” que usó como base textual para el Antiguo Testamento el texto masorético hebreo, la Veteris et Novi Testamenti nova translatio (traducción de la Biblia desde el hebreo al latín) de Sanctes Pagnino y la Biblia de Ferrara. Reina empleó la Veteris et Novi Testamenti nova translatio porque “al voto de todos los doctos en la lengua hebraica es tenida por la más pura que hasta ahora hay”. Reina tuvo a la mano la Biblia de Ferrara porque ella daba “la natural y primera significación de los vocablos hebreos y las diferencias de los tiempos de los verbos”. En cambio, Reina declaró haber seguido poco la Vulgata por los yerros que según él tenía. Para la traducción del Nuevo Testamento, Reina se basó en el Textus Receptus.
La Biblia del Oso posee los libros deuterocanónicos. Estaban agrupados junto a los demás libros del Antiguo Testamento, de acuerdo al modelo de la Vulgata.
La versión de Reina es la primera traducción de la Biblia completa en español teniendo como base textual manuscritos en hebreo y griego. Traducciones anteriores de la Biblia completa al español, como la Biblia prealfonsina y la Biblia alfonsina, fueron traducidas desde textos en latín.
La Biblia del Oso refleja la belleza literaria del llamado Siglo de Oro de la literatura castellana. En Historia de los heterodoxos españoles, el erudito católico Marcelino Menéndez Pelayo alabó desde un punto de vista literario a la Biblia del oso, a la que consideró estar mejor escrita que las versiones católicas de Felipe Scío de San Miguel (1793) y Félix Torres Amat (1825).
Cipriano de Valera sacó en 1602 una revisión de la Biblia del oso llamada Biblia del cántaro. El texto de Valera sirvió de base para las revisiones publicadas por las Sociedades Bíblicas Unidas desde 1865 con el nombre de Reina-Valera.
jueves, 4 de agosto de 2016
Codex Ephraemi Rescriptus (s. V)
El Codex Ephraemi Rescriptus conocido también por Códice Ephraemi Syri Rescriptus (París, Biblioteca Nacional de Francia, Gr. 9; Gregory-Aland no. C o 04) es un manuscrito uncial del siglo V, junto con los códices vaticanus, alexandrinus y sinaiticus, forma el grupo de los cuatro manuscritos unciales de la Biblia Griega.
Este códice recibe su nombre de los tratados, 38 sermones, de San Efrén el Sirio (traducido al griego) que se sobreescribieron (rescriptus) al texto original durante el siglo XII, eliminando parcialmente la escritura anterior, lo que formó un documento palimpsesto.
Son un total de 209 hojas de 33 x 27 cm (otras fuentes señalan 30 cm x 25 cm1 ). El texto está escrito en una sola columna, con entre 40 y 46 líneas por columna.
Se cree que originalmente el códice se trataba de una Biblia completa, aunque hasta nuestros días solo sobreviven únicamente 64 hojas del Antiguo Testamento, escrituras hebreas, (parte del Eclesiastés y el libro de la Sabiduría, algunos fragmentos de los Proverbios y los Cánticos) y 145 hojas del Nuevo Testamento, escrituras griegas, pero sin encontrarse ningún libro completo. Es interesante mencionar que los textos del Nuevo Testamento están muy mezclados; parece que el escriba copió los textos de diferentes manuscritos, estando en algunas partes de acuerdo con el estilo alejandrino y más frecuentemente con el estilo Sirio. Tras la caída de Constantinopla, el manuscrito fue llevado a Florencia, donde Catalina de Médicis lo tomó, llevándolo a París, donde posteriormente pasó a formar parte de la colección de la Biblioteca Nacional de Francia.
En el siglo XVII se descubrió que debajo de los sermones de Efrén de Siria había una escritura bíblica. El descifrado fue una tarea difícil al añadirse al hecho de que los textos estaba superpuestos que la tinta del original era muy tenue y las hojas estaban en mal estado. Se llegaron a utilizar métodos químicos para hacer que destacara la tinta original pero los resultados fueron escasos.
Ya en el siglo XIX, a principios de 1840 el lingüista alemán Konstantin von Tischendorf logró descifrar el códice después de 2 años de trabajo. Se basó en el tipo de letra que se usaba en la escritura griega uncial que era el uso de letras mayúsculas sin unión alguna y aprovechando que el texto original destacaba cuando las hojas eran puestas al contraluz.
En 1843 Tischendorf publicó una parte de los textos descifrados y dos años más tarde, en 1845, el resto.
lunes, 27 de junio de 2016
Codex Alexandrinus (s. V)
El Códice Alejandrino (Codex Alexandrinus) es un manuscrito del siglo V de la Biblia Griega, conteniendo la mayor parte de la Septuaginta y del Nuevo Testamento. Junto con el Codex Sinaiticus y el Codex Vaticanus, es uno de los primeros y más completos manuscritos de la Biblia. Deriva su nombre de la ciudad de Alejandría, donde se cree que fue hecho. En 1627 el patriarca de Constantinopla, Cirilo Lukaris, quien fue previamente patriarca de Alejandría, presentó el Codex a Carlos I de Inglaterra.
Está escrito con letras correspondientes a la llamada caligrafía uncial. El texto está escrito en dos columnas. Hay entre 46 y 52 líneas por columna y 20 a 25 letras por línea. Las líneas iniciales de cada libro fueron escritas en tinta roja. Secciones en el libro están marcadas con una letra más grande puestas en el margen.
Hay 773 folios de pergamino (630 en el Antiguo Testamento y 143 en el Nuevo Testamento). El manuscrito mide 32 por 26.42 centímetros. La mayoría de los folios fueron agrupados originalmente en fojas de 8 hojas cada uno, pero el manuscrito fue reagrupado en tiempos modernos en fojas de 6 hojas cada uno.
El Antiguo Testamento del manuscrito contiene los libros deuterocanónicos, incluyendo III Macabeos, IV Macabeos, y el salmo 151 (una copia corta del Libro de los Salmos). Al mismo tiempo, algunos folios están perdidos. Como resultado, los libros de Génesis, I Reyes y Salmos tienen saltos. La "Epístola a Marcelino" atribuida a san Atanasio y el sumario de los Salmos de Eusebio de Cesarea están insertados antes del Libro de los Salmos.
El manuscrito contiene todos los libros del Nuevo Testamento. Una carta conocida como I Clemente y la homilía conocida como II Clemente son añadidas al Nuevo Testamento, y fueron, aparentemente, consideradas por el escriba como canónicas. El Nuevo Testamento también tiene folios perdidos. Alrededor de 25 folios desde el principio de Mateo, 2 folios de Juan, y 3 folios de II Corintios están perdidos. Un folio de I Clemente y dos folios de II Clemente también están perdidos.
martes, 31 de mayo de 2016
Codex Vaticanus (s. IV)
El Codex Vaticanus (Bibl. Vat., Vat. gr. 1209; Gregory-Aland no. B/03) es uno de los más antiguos manuscritos conservados de la Biblia, ligeramente anterior al Codex Sinaiticus, y probablemente copiado, como aquél, durante el siglo IV. Está escrito en griego, en pergamino, con letras unciales en formato scriptio continua, y se conserva en la Biblioteca Vaticana. Se llama Códice Vaticano, como es evidente, por el lugar en que se conserva, aunque nadie sabe cómo llegó ahí.
Contenía originalmente una copia completa de la Biblia de los Setenta y del Nuevo Testamento, pero las páginas 1519 - 1536 (desde Hebreos 9,14 hasta el Apocalipsis) se perdieron y fueron reemplazadas por un minúsculo suplemento del siglo XV (No. 1957). Consta de 759 hojas. Faltan una parte importante del Génesis y algunos Salmos. El estilo de la escritura es sencillo y elegante. El pergamino es muy fino y delgado; posiblemente se realizó en piel de antílope. Se ha datado paleográficamente en el siglo IV.
El texto griego de este códice es una representación del tipo textual alejandrino. Kurt Aland lo ubicó en la Categoría I.
El manuscrito ha estado en la Biblioteca Vaticana (fundada por el Papa Nicolás V en 1448) desde que se tiene noticia de él, y aparece en el catálogo más antiguo de la biblioteca, elaborado en 1475.
Su historia anterior es desconocida, pero se ha especulado que pudo haber pertenecido al cardenal bizantino Bessarion, ya que el suplemento minúsculo contiene un texto similar al de los manuscritos de Bessarion. El paleógrafo del Museo Británico T.C. Skeat, ha afirmado que el Codex Vaticanus fue una de las 50 biblias que el emperador Constantino I le encargó escribir a Eusebio de Cesarea. Sin embargo, otros autores se oponen a esta hipótesis, ya que consideran que los manuscritos de Constantino eran del tipo textual bizantino y no alejandrino, lo que eliminaría dicha posibilidad.
Desde principios del siglo XVI, los eruditos reconocieron la importancia de este manuscrito en lengua griega. En 1669, la Biblioteca Vaticana preparó una comparación de porciones del códice. Durante los siguientes 150 años no se sabe nada del manuscrito, que cayó en el olvido. En 1809, Napoleón, se apoderó de Roma y se llevó el códice a París, donde sería examinado por el erudito Leonhard Hug. Al caer Napoleón, en 1815, el códice fue devuelto a Roma.
Durante aproximadamente 75 años no se sabe nada. Pero, cuando se revela al mundo el Codex Sinaiticus a finales del siglo XIX, la Iglesia permitió que fuera conocido a nivel mundial (se hicieron fotografías del mismo).
El Codex Vaticanus es uno de los manuscritos de más importancia para la crítica textual y es uno de los ejemplos más destacados del tipo textual alejandrino. Fue ampliamente utilizado por Brooke Foss Westcott y Fenton John Anthony Hort para su edición del Nuevo Testamento griego de 1881.
El manuscrito contiene misteriosas diéresis (en alemán: umlaut) en los márgenes del Nuevo Testamento, lo que parece indicar posiciones de variantes textuales. La fecha de estos signos es objeto de discusión entre los expertos.
martes, 17 de mayo de 2016
Codex Sinaiticus (s. IV)
El Códice Sinaítico o Codex Sinaiticus (Londres, Biblioteca Británica, Add. 43725; Gregory-Aland n.º א (Aleph) o 01) es un manuscrito uncial del siglo IV de la versión griega de la Biblia, escrito en scriptio continua entre los años 330 y 350. Originalmente contenía la totalidad de ambos Testamentos, pero solo han llegado hasta nuestros días trozos de la Septuaginta, la totalidad del Nuevo Testamento, la Epístola de Bernabé y fragmentos de El Pastor de Hermas (lo que sugiere que estos últimos dos textos podrían haber sido considerados parte del canon bíblico por los editores del codex). Junto con el Codex Alexandrinus y el Codex Vaticanus, el Codex Sinaiticus es uno de los manuscritos de mayor valor para la crítica textual del Nuevo Testamento en su versión griega, al igual que la Septuaginta. En la mayor parte del Nuevo Testamento, el Codex Sinaiticus está de acuerdo con el Codex Vaticanus y con el Codex Ephraemi Rescriptus, confirmando un tipo de texto alejandrino; sin embargo, en Juan 1,1-8,38, muestra mayor coincidencia con el Codex Bezae (que tiene mayores similitudes con un tipo de texto occidental). Un ejemplo destacable de concordancia entre los textos del Sinaiticus y del Vaticanus es que ambos omiten la expresión «sin causa» en Mateo 5:22.
El codex consiste de un total de 346½ folios, escritos en cuatro columnas. De estos, 199 corresponden al Antiguo Testamento; y 147½, al Nuevo Testamento y a los otros dos libros, la Epístola de Bernabé y parte de El pastor de Hermas. Los libros del Nuevo Testamento están ordenados de la siguiente manera: los cuatro Evangelios, las Epístolas de Pablo, los Hechos de los Apóstoles, las Epístolas y el Apocalipsis.
Poco se sabe de su historia previa. Se especula que pudo haber sido escrito en Egipto y a veces se lo asocia con las 50 copias de las escrituras que fueran encargadas por el emperador romano Constantino luego de su conversión al Cristianismo.
Un estudio paleográfico realizado en el Museo Británico en 1938 descubrió que el texto había sufrido numerosas correcciones. Las primeras correcciones fueron realizadas por varios escribas antes de que el manuscrito saliera del scriptorium. Hacia el siglo VI o VII se realizaron numerosas alteraciones, el colofón al final del libro de Esdrás y Ester indica que la fuente de dichas alteraciones era «un manuscrito muy antiguo que había sido corregido por el santo mártir Pánfilo» (martirizado en 309). De ello se concluye, que ha estado en Cesarea Marítima en los siglos VI o VII.
Permanece sin corrección el iotacismo pervasivo, especialmente del diptongo ει.
El texto griego de este códice es una representación del tipo textual alejandrino. Kurt Aland lo ubicó en la Categoría I.
Las copias más antiguas del Nuevo Testamento completo son este Códice Sinaítico y el Códice Alejandrino de los siglos IV y V. El primero se considera anterior al año 397 en que tuvo lugar el Tercer Concilio de Cartago, que definió un canon del Nuevo Testamento. Actualmente se conocen numerosos papiros griegos del Nuevo Testamento que se preservaron en las arenas secas de Egipto. Los más antiguos probablemente hayan sido copiados alrededor del año 200.
Durante el primer viaje de Konstantin von Tischendorf en 1844 al Monasterio de Santa Catalina, al pie del Monte Sinaí en Egipto halla 43 hojas de pergamino conteniendo partes de Jeremías, Neemías, Crónicas y Ester, en un canasto con pedazos de manuscritos que, según relató Tischendorf, el bibliotecario le indicó «eran basura que debía ser destruida quemándola en los hornos del monasterio».
Tischendorf realiza su segunda expedición en 1853, la misma es infructuosa excepto por que no logra recuperar más que dos fragmentos del Libro del Génesis.
El Codex Sinaiticus le fue mostrado a Konstantin von Tischendorf en 1859 durante su tercer visita al Monasterio de Santa Catalina, al pie del Monte Sinaí en Egipto. Tischendorf había sido enviado por el zar Alejandro II de Rusia en busca de manuscritos, quién estaba convencido de que aún debía haber documentos esperando ser encontrados en el monasterio del Sinaí.
Por décadas, el codex estuvo guardado en la Biblioteca Nacional Rusa. En 1933, la Unión Soviética le vendió el codex a la Biblioteca Británica en la suma de 100.000 libras.
En mayo de 1975, durante tareas de restauración, los monjes del monasterio de Santa Catalina descubrieron un cuarto debajo de la capilla de San Jorge que contenía muchos trozos de pergamino. Entre estos trozos se encontraban doce páginas faltantes del Antiguo Testamento Sinaiticus.
El 1 de septiembre de 2009, el investigador griego Nikolas Sarris descubrió un fragmento no conocido del Codex en la biblioteca del monasterio de Santa Catalina. Corresponde al inicio del Libro de Josué.
El codex se encuentra dividido en cuatro trozos desiguales: 347 hojas en la Biblioteca Británica en Londres, 12 hojas y 14 fragmentos en el Monasterio Santa Catalina del Sinaí, 43 hojas en la Biblioteca de la Universidad de Leipzig, y fragmentos de 3 hojas en la Biblioteca Nacional Rusa de San Petersburgo.
Durante junio del 2005, se anunció el lanzamiento de un proyecto para producir una nueva edición digital del manuscrito, que cuenta con la colaboración de las cuatro bibliotecas. Este proyecto contempla el uso de tecnología de imágenes digitales e hiperespectrales que permitirá buscar posibles textos ocultos en los pergaminos producto de correcciones o texto perdido por la acción del paso del tiempo. Estas tareas se realizan en cooperación con la Biblioteca Británica. El sitio se hizo disponible al público con parte del códice en 2008. Hay comentarios en idiomas inglés, alemán, ruso y griego.
martes, 7 de octubre de 2014
Salmo 85. Oración a Dios ante las dificultades
1Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
2protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.3Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
4alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;5porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
6Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.7En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
8No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.9Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
10«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios».11Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.12Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
13por tu gran piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.14Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.15Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
16mirame, ten compasión de mí.Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
17dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.
Catequesis del Papa San Juan Pablo II en la audiencia general del día 16-X-2002.
Oración a Dios ante las dificultades
1. El salmo 85, que se acaba de proclamar y que será objeto de nuestra reflexión, nos brinda una sugestiva definición del orante. Se presenta a Dios con estas palabras: soy "tu siervo" e "hijo de tu esclava" (v. 16). Desde luego, la expresión puede pertenecer al lenguaje de las ceremonias de corte, pero también se usaba para indicar al siervo adoptado como hijo por el jefe de una familia o de una tribu. Desde esta perspectiva, el salmista, que se define también "fiel" del Señor (cf. v. 2), se siente unido a Dios por un vínculo no sólo de obediencia, sino también de familiaridad y comunión. Por eso, su súplica está totalmente impregnada de abandono confiado y esperanza.
Sigamos ahora esta plegaria que la Liturgia de las Horas nos propone al inicio de una jornada que probablemente implicará no sólo compromisos y esfuerzos, sino también incomprensiones y dificultades.
2. El Salmo comienza con una intensa invocación, que el orante dirige al Señor confiando en su amor (cf. vv. 1-7). Al final expresa nuevamente la certeza de que el Señor es un "Dios clemente y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad y leal" (v. 15; cf. Ex 34, 6). Estos reiterados y convencidos testimonios de confianza manifiestan una fe intacta y pura, que se abandona al "Señor (...) bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan" (v. 5).
En el centro del Salmo se eleva un himno, en el que se mezclan sentimientos de gratitud con una profesión de fe en las obras de salvación que Dios realiza delante de los pueblos (cf. vv. 8-13).
3. Contra toda tentación de idolatría, el orante proclama la unicidad absoluta de Dios (cf. v. 8). Luego se expresa la audaz esperanza de que un día "todos los pueblos" adorarán al Dios de Israel (v. 9). Esta perspectiva maravillosa encuentra su realización en la Iglesia de Cristo, porque él envió a sus apóstoles a enseñar a "todas las gentes" (Mt 28, 19). Nadie puede ofrecer una liberación plena, salvo el Señor, del que todos dependen como criaturas y al que debemos dirigirnos en actitud de adoración (cf. Sal 85, v. 9). En efecto, él manifiesta en el cosmos y en la historia sus obras admirables, que testimonian su señorío absoluto (cf. v. 10).
En este contexto el salmista se presenta ante Dios con una petición intensa y pura: "Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad; mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre" (v. 11). Es hermosa esta petición de poder conocer la voluntad de Dios, así como esta invocación para obtener el don de un "corazón entero", como el de un niño, que sin doblez ni cálculos se abandona plenamente al Padre para avanzar por el camino de la vida.
4. En este momento aflora a los labios del fiel la alabanza a Dios misericordioso, que no permite que caiga en la desesperación y en la muerte, en el mal y en el pecado (cf. vv. 12-13; Sal 15, 10-11).
El salmo 85 es un texto muy apreciado por el judaísmo, que lo ha incluido en la liturgia de una de las solemnidades más importantes, el Yôm Kippur o día de la expiación. El libro del Apocalipsis, a su vez, tomó un versículo (cf. v. 9) para colocarlo en la gloriosa liturgia celeste dentro de "el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero": "todas las naciones vendrán y se postrarán ante ti"; y el Apocalipsis añade: "porque tus juicios se hicieron manifiestos" (Ap 15, 4).
San Agustín dedicó a este salmo un largo y apasionado comentario en sus Exposiciones sobre los Salmos, transformándolo en un canto de Cristo y del cristiano. La traducción latina, en el versículo 2, de acuerdo con la versión griega de los Setenta, en vez de "fiel" usa el término "santo": "protege mi vida, pues soy santo". En realidad, sólo Cristo es santo, pero -explica san Agustín- también el cristiano se puede aplicar a sí mismo estas palabras: "Soy santo, porque tú me has santificado; porque lo he recibido (este título), no porque lo tuviera; porque tú me lo has dado, no porque yo me lo haya merecido". Por tanto, "diga todo cristiano, o mejor, diga todo el cuerpo de Cristo; clame por doquier, mientras sufre las tribulaciones, las diversas tentaciones, los innumerables escándalos: "protege mi vida, pues soy santo; salva a tu siervo que confía en ti". Este santo no es soberbio, porque espera en el Señor" (Esposizioni sui Salmi, vol. II, Roma 1970, p. 1251).
5. El cristiano santo se abre a la universalidad de la Iglesia y ora con el salmista: "Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor" (Sal 85, 9). Y san Agustín comenta: "Todos los pueblos en el único Señor son un solo pueblo y forman una unidad. Del mismo modo que existen la Iglesia y las Iglesias, y las Iglesias son la Iglesia, así ese "pueblo" es lo mismo que los pueblos. Antes eran pueblos varios, gentes numerosas; ahora forman un solo pueblo. ¿Por qué un solo pueblo? Porque hay una sola fe, una sola esperanza, una sola caridad, una sola espera. En definitiva, ¿por qué no debería haber un solo pueblo, si es una sola la patria? La patria es el cielo; la patria es Jerusalén. Y este pueblo se extiende de oriente a occidente, desde el norte hasta el sur, en las cuatro partes del mundo" (ib., p. 1269).
Desde esta perspectiva universal, nuestra oración litúrgica se transforma en un himno de alabanza y un canto de gloria al Señor en nombre de todas las criaturas.
lunes, 2 de junio de 2014
Cantar de los Cantares
Cantar de los Cantares (hebreo שִׁיר הַשִּׁירִים, Shir Hashirim), conocido también como Cantar de Salomón o Cantar de los Cantares de Salomón, es uno de los libros de la Biblia y del Tanaj.
La construcción "Cantar de los Cantares" tiene valor superlativo, análogo al de otras expresiones como "Rey de reyes" (Ez 26,7; Dn 2, 37), "Libro de los libros", "Santo de los santos" o Sábado de sábados. Este honroso tratamiento implica reputarlo "El Cantar por excelencia", superior a todos los demás y el más singular y excelso entre los de su misma clase. El nombre concretamente, proviene del capítulo 1 versículo 1 ("La canción superlativa que es de Salomón") "la canción de las canciones".
En la Biblia hebrea encabeza los libros llamados megillot y se ubica entre Rut y Eclesiastés. En la Biblia cristiana protestante se encuentra ubicado entre los libros de Eclesiastés e Isaías. En la Biblia cristiana católica se encuentra entre Eclesiastés y Sabiduría.
La introducción a este libro señala a Salomón como autor del libro, y así lo han considerado tradicionalmente las religiones judía y cristiana. Sin embargo, esta atribución supone que la obra debió componerse en el siglo X a.C., lo cual se considera inverosímil, pues, como señala el arqueólogo Israel Finkelstein, los cinco primeros libros de La Biblia no se compusieron hasta el siglo VII a.C.
La atribución a Salomón es, pues, ficticia, pues la cultura hebreo-bíblica no surge hasta el cautiverio hebreo en Babilonia. El hebreo empleado en el texto es, además, obviamente tardío y contiene algunos arameísmos e incluso influencias del griego, lo que sugiere que cuando se compuso ya estaba escrita la Septuaginta. Por todos esos motivos filológicos y por la simbología de la obra Ricciotti sitúa la redacción en el siglo IV a.C.
Su canonicidad fue puesta en duda en ámbito judío pero establecida firmemente en el Concilio de Jamnia. En la tradición cristiana siempre ha sido considerado canónico.
El Cantar de los Cantares, al no seguir un orden preestablecido, siempre ha planteado dificultades a la hora de dividirlo para su estudio. Se lo ha considerado dividido, según las diferentes consideraciones, en cinco secciones, en cinco cánticos, en seis escenas, en siete poemas y más, hasta llegar al caso extremo de considerarlo formado por veintitrés cantos. La división más moderna y aceptada es la siguiente, que consta de un prólogo, cinco poemas y dos apéndices:
- El prólogo (1, 2-4)
- Primer canto (1, 5 - 2,7)
- Segundo canto (2, 8 - 3, 5)
- Tercer canto (3, 6 - 5, 1)
- Cuarto canto (5, 2 - 6, 3)
- Quinto canto (6, 4 - 8, 7)
A primera vista, el Cantar de los Cantares se estructura como un poema de amor conyugal a voces o cantos alternos, ajeno a todo plan organizado y que escapa a cualquier categorización rigurosa.
Trata de dos amantes, Salomón y Sulamita, que han sido obligados a separarse, que se buscan con desesperación, declaman su amor en una forma poética altamente sofisticada, se reúnen y vuelven a separarse, siempre con la profunda esperanza de volver a estar juntos para siempre, apoyándose en la antigua premisa de que "El amor siempre triunfa".
Dado su carácter canónico dentro de la Biblia hebrea se ha dudado de que se le diera un sentido literal abogando más bien por un sentido alegórico.
Los analistas antiguos no judíos se mantuvieron fieles a esta explicación, y lo mismo hacen los judíos modernos y la inmensa mayoría de las confesiones cristianas: Dios es el perfecto esposo del pueblo creyente y, como cualquier pareja de amantes, ambos suelen sufrir desilusiones, desesperanzas y problemas. Con el cristianismo la imagen alegórica se actualizó: el cantar trata del matrimonio místico de Cristo con su Iglesia. Y aunque las correspondencias de la esposa hayan variado (la humanidad, el alma fiel del creyente) la interpretación simbólica prima durante bastante tiempo. Teodoro de Mopsuestia consideraba que el libro era una evocación de la relación de Salomón con una princesa egipcia.
El sentido literal fue vuelto a proponer por Sebastian Castellio (en el año 1537) en el ámbito judío. A partir de allí diversos exegetas cristianos entre los que se cuenta al mismo Bossuet le dan una interpretación literal que da pie para la interpretación alegórica.
La otra escuela sostiene que la obra debe leerse en el sentido literal, es decir, no es más que una colección de cantos eróticos que celebran el amor humano protagonizado por un hombre y una mujer (cosa que también mandaría la Biblia). Según algunos analistas, el libro evitaría cuidadosamente la profanación de este amor, ya que el casamiento del hombre y la mujer estaría bendito por Dios y deseado por Él. No es la primera vez, como se ha dicho, que el tema es tratado en el Antiguo Testamento, y la santidad que para la Iglesia, significa el matrimonio religioso justificaría que se lo entienda tanto de manera llana como alegórica.
La interpretación alegórica se enriquece con nuevas imágenes como la de la unión de Salomón con la sabiduría (Rosenmüller), unión entre Israel y Judá (Hug). Al mismo tiempo, la interpretación literal siguió ganando adeptos como Renan. La interpretación llamada tipológica (es decir, que al sentido literal se superpone uno alegórico dado a conocer por la misma revelación) continúa siendo defendida por autores como Miller y Hontheim.
En los años 50 se abrió una nueva forma de considerar el sentido literal: según Dubarle y Audet el cantar de los cantares es un libro que canta y celebra el amor esponsal manifestando el modo querido por Dios para su desarrollo.
A lo largo de la historia, se le han atribuido interpretaciones católicas, cristianas y cabalísticas: la Virgen María, la Iglesia como esposa de Jesús (ver Ap: 12) y la Sabiduría. En el ámbito cabalístico, se dice que la mujer simboliza la sabiduría, en tanto hace alusión a la letra escrita (de color negro en los rollos de la Toráh): "Soy morena, pero hermosa" (Ct 1:5).
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