jueves, 11 de abril de 2013

Evangelio de Felipe


El Evangelio de Felipe es un evangelio apócrifo gnóstico, probablemente de la escuela valentiniana, escrito en lengua copta en la segunda mitad del siglo II, probablemente a partir de un original en lengua griega perdido. Es atribuido falsamente al apóstol Felipe.

Se perdió al extinguirse el gnosticismo. No lo mencionan los Padres de la Iglesia, pero en 1945 se encontró un manuscrito de 35 páginas datado en el siglo IV entre los códices de Nag Hammadi (códice II, tratado 3).

Su importancia está ligada al hecho de dar luz sobre los sacramentos de una corriente gnóstica cristiana, en particular sobre aquél, peculiar, de la cámara nupcial.

La versión en lengua copta conservada en copia única entre los códices de Nag Hammadi es la traducción de una versión original en lengua griega. La fecha de este manuscrito de 35 páginas puede deducirse del tipo de teología que presenta. El Evangelio de Felipe contiene referencias a las enseñanzas del teólogo gnóstico Valentín, activo en Roma entre 138 y 158, pero el carácter de estas enseñanzas parece referirse a una evolución del pensamiento de los valentinianos. La fecha más difundida entre los estudiosos es la del siglo II, pero también se ha propuesto la segunda mitad del siglo III.

Algunas consideraciones linguísticas nos hacen situar la composición del Evangelio de Felipe a la zona siria, probablemente en Edesa (actualmente Sanliurfa en Turquía).

El Evangelio de Felipe es una colección de materiales extraídos de numerosas fuentes, por lo demás no identificadas. Se trata principalmente de cartas filosóficas, sermones, tratados, dichos o aforismos, diálogos comentados, exégesis bíblica y afirmaciones dogmáticas. Sólo algunos fragmentos son identificables con certeza como de la escuela valentiniana, algunos quizá escritos por el mismo Valentín, y probablemente no pertenecen todos a la misma escuela. Algunos fragmentos hacen referencia a etimologías de la lengua siria, probablemente obra de un teólogo valentiniano que escribía en Edesa.

Los extractos son presentados fuera de su contexto, lo que vuelve difícil su comprensión, y no siguen una organización evidente, sino que se siguen sin orden, a veces con saltos notables, a veces evidenciando un reagrupamiento basado en un concepto recurrente, como aquél de la muerte en 52, 2-21. Una concepción de fondo es la distinción entre el conocimiento esotérico, reservado a los iniciados gnósticos, llamados “gentiles”, y el conocimiento esotérico, poseído por los cristianos no iniciados, llamados “hebreos”, los cuales se equivocan al considerar algunas doctrinas como el nacimiento virginal y la resurrección de Jesús como acontecimientos históricos en vez de alegorías.

El Evangelio de Felipe incluye 17 dichos de Jesús, de los cuales nueve son citas o comentarios de dichos de los evangelios canónicos y ocho son a su vez ágrafa. Se incluyen algunos relatos sobre la vida de Jesús: cómo se apareció muy grande a sus apóstoles durante una aparición sobre una montaña, cómo tuvo tres compañeras de nombre María, entre las cuales está María Magdalena, que goza de una relación privilegiada, y cómo José construyó la cruz sobre la cual fue crucificado Jesús.

La obra parece tener la forma y la finalidad de una catequesis “ortodoxa” del siglo II-IV, con énfasis particular sobre la catequesis de los sacramentos. Proporciona una explicación sobre el significado de los sacramentos iniciáticos, interpreta fragmentos de la Biblia y hace uso de parábolas y analogías.

Los sacramentos mencionados en la obra son el bautismo, el crisma, la eucaristía, el rescate y la cámara nupcial. El bautismo es por inmersión, representa la iniciación a los misterios gnósticos y confiere la inmortalidad, concedida también mediante el crisma, la unción con los óleos, que tiene una importancia superior al bautismo. La eucaristía se celebra mediante el pan y el vino y tiene la misión de hacer saborear al iniciado la unión con lo divino: mediante la eucaristía el gnóstico se vuelve capaz de recibir al “hombre perfecto”, prefigurar la unión con la propia “imagen angélica” en la muerte, recibiendo al mismo tiempo la vida eterna y la perfección. No se dan detalles sobre el sacramento del “rescate” o de la redención; podría tratarse del último rito antes de la ascensión al cielo de los fieles.

Énfasis particular se da al sacramento de la “cámara nupcial”, el más importante y el único peculiar de los valentianianos. En el comentario al Génesis (2, 21-23), se cuenta que originariamente la humanidad era andrógina; la separación en Adán y Eva, con la consiguiente diferenciación de los sexos, ha sido causa de la decadencia humana, con la entrada de la muerte en el mundo. El propósito de la venida de Cristo fue la reunión entre el varón y la hembra: así como el marido y la esposa se unen en la cámara nupcial, del mismo modo el iniciado en la cámara nupcial sacramental (espiritual) recibe una anticipación de su unión con su contrapartida celeste.

Otros conceptos expuestos incluyen la necesidad de obtener la resurrección espiritual antes de la muerte física y el significado de los nombres de Jesús.

La teología gnóstica establece algunas divinidades llamadas eones, cuyo número varía según las diversas religiones gnósticas (en general son nueve). Según los gnósticos dos de estos eones, Cristo y Sophia, correspondientes respectivamente al Hijo y al Espíritu Santo en la Trinidad, se encarnaron respectivamente en Jesús y María Magdalena, perpetuando sobre la Tierra su relación celeste. Los fragmentos del Evangelio que se toman como una prueba histórica del matrimonio de Jesús y Magdalena son, en realidad, una alegoría de una precisa visión teológica. Además, en este mismo evangelio, el beso en la boca es un signo ritual común también a otros personajes porque “el Logos viene de aquel sitio, él se alimenta de su boca y será perfecto. El perfecto, de hecho, concibe y genera mediante el beso. Es por esto por lo que nos besamos el uno al otro. Somos fecundos por la gracia que está en cada uno de nosotros”.



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