lunes, 14 de marzo de 2016

Menas de Alejandría (285-309)


San Menas de Alejandría, también llamado Minas, Mina, Mena, Mennas (Menfis, 285 - Abu Mena, 309) fue un mártir y taumaturgo cristiano, uno de los más conocidos santos de Egipto, debido a los muchos milagros que son atribuidos a su intercesión y oración. Fue un egipcio que se enroló en el ejército, y que estando en el mismo confesó a Cristo a pesar del edicto de persecución, por lo que fue martirizado en Karm Aba Mina, cerca de Alejandría, a comienzos del siglo IV. Es conocido como uno de los Padres del yermo. Su fiesta se celebra el (24 de noviembre) en la Iglesia ortodoxa copta y el 11 de noviembre en las iglesias católica y ortodoxa.
Mena era su nombre original, y de acuerdo con la historia, su madre lo llamó así porque oyó una voz diciendo «Amén». Menas (Μηνάς) es una variante griega del nombre, mientras que en árabe se le conoce como Mina (مينا).

Menas nació en la antigua Alejandría, hoy Egipto en el año 285 AD, en la ciudad de Niceous (o Nakiyos Nikiu), que se encuentra en las cercanías de Menfis. Sus padres fueron ascetas, pero no tuvieron hijos por un largo tiempo. Su padre era Eudoxio y el nombre de su madre era Eufemia. En la fiesta de la Virgen María, Eufemia estaba orando delante de un icono de Santa María, pidiéndole con lágrimas que intercedioera ante Dios para que la bendijera con un hijo. Un sonido llegó desde el icono, diciendo «Amén». Unos meses más tarde, Eufemia dio a luz a un niño y, recordando ese día, lo nombró «Menas».
Eudoxio, quien era gobernante de una de las divisiones administrativas de Egipto, murió cuando Menas tenía catorce años. A la edad de quince Menas se unió al ejército romano, y se le dio un puesto más alto debido a la reputación de su padre. Su nombramiento fue en Argelia. Tres años más tarde abandonó el ejército deseoso de dedicar su vida entera a Cristo. Se dirigió hacia el desierto para vivir una vida diferente.
Después de pasar cinco años como un ermitaño, Menas vio en una revelación a los ángeles coronando a los mártires con coronas de gloria, y experimentó el deseo unírseles. Mientras estaba pensando en eso, oyó una voz que decía: «Bienaventurado eres Menas, ya que has sido llamado a la vida piadosa desde tu niñez. Se te concederán tres coronas inmortales: una por el celibato, otra por tu ascetismo y una tercera a causa del martirio.» Menas posteriormente se apresuró a bajar al poblado vecino, donde se celebraba una fiesta en honor de sus dioses paganos, declarando su fe cristiana. La valentía con que encaró las torturas que sufrió a consecuencia de ello, atrajo a muchos de los presentes no solo a la fe de Cristo, sino al martirio.

Los soldados que ejecutaron a Menas pusieron su cuerpo al fuego durante tres días, pero el cuerpo se mantuvo incólume. La hermana de Menas sobornó a los soldados y logró llevarse el cuerpo. Ella se embarcó en un barco rumbo a Alejandría, donde quedó el cuerpo del santo en una iglesia.
El momento de la persecución terminó, durante el papado de San Atanasio de Alejandría, y un ángel se apareció al Papa y le ordenó que el cuerpo de Menas fuera colocado en un camello dejado enfilado hacia el desierto líbico. En cierto lugar cerca de un pozo de agua al final del Lago Mariout, no lejos de Alejandría, el camello se detuvo y no hubo modo de moverlo. Los cristianos pensaron que se trataba de una señal de Dios y enterraron allí el cuerpo de Menas.
Los bereberes de la Pentápolis libia se levantaron contra las ciudades alrededor de Alejandría. A medida que la gente se preparaba para hacerles frente, el gobernador romano decidió tomar en secreto el cuerpo de San Menas como reliquia para defensa del pueblo. A través de las bendiciones del santo, el gobernador regresó victorioso. Sin embargo, decidió no devolver el cuerpo a su lugar original, sino llevarlo a Alejandría. En el camino de regreso, al pasar por el lago Mariout, en el mismo lugar donde fue enterrado el cuerpo originalmente, el camello que lo llevaba se arrodilló. La gente trasladó el cuerpo a otro camello que tampoco se movía. El gobernador finalmente se dio cuenta que se trataba de la voluntad de Dios, y mandó hacer un ataúd de madera resistente a la erosón y colocó en él un ataúd de plata.
Durante el siglo V, la ubicación del cuerpo quedó en el olvido. Años más tarde, un pastor estaba dando de comer a sus ovejas en ese lugar, y un cordero que estaba enfermo se curó. La historia se extendió rápidamente y los enfermos sanaban. Durante ese tiempo, la hija del emperador Zenón era leprosa. Sus consejeros le dijeron que fuera a ese santo lugar. Durante la noche San Menas se apareció a la niña y le informó que su cuerpo había sido enterrado en ese lugar. A la mañana siguiente, la joven se curó, y relató su visión sobre el santo a sus criados.
Zenón ordenó de inmediato que el cuerpo de Menas fuera removido y puesto en una catedral que se construyó allí. Una gran ciudad se construyó en nombre del santo. Los enfermos de todo el mundo cristiano solían visitarla y fueron curados.
Debido a que fue bautizado por Pedro de Alejandría y dada su indubitable historicidad, se le identifica a veces con San Cristóbal.

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